CREENCIAS EMPIRICAS E IDEAS MAGICAS EN DROGADICCION César A. Cabral El Dr. César Augusto Cabral es Médico Psiquiatra. Actualmente profundiza esta problemática en talleres de padres y alumnos que tienen lugar en un colegio secundario de la ciudad de Buenos Aires. El autor agradecerá cualquier aporte relacionado con experiencias y/o investigaciones que se refieran al mismo tema. GLOSARIO Ofrecemos los sinónimos de cada expresión de la jerga (indicada en negrita) de acuerdo con el uso dado por los propios adictos y sólo en el contexto de las entrevistas realizadas por el autor (hay palabras que admiten otras acepciones): Yerba: Marihuana / Copado: Entusiasmado / Jalar: Aspirar cocaína / Pasta o Blanca: Cocaína / Mambo: Éxtasis / Amasijo: Suicidio / Fumata: Fiesta o reunión donde se fuma marihuana / Pálidas: Conflictos, angustias, amarguras. En un primer análisis de los factores de riesgo capaces de inducir el consumo de drogas, el psiquiatra César Cabral ha detectado algunas constantes estructuradas de creencias empíricas, basadas en ideas mágicas, de las que se servirían las personas afectadas para explicar sus situaciones de conflicto. Hemos observado en las familias de drogadictos una predisposición muy especial al cultivo de ideas mágicas, supersticiones diversas y una predominancia de creencias empíricas, con un fuerte detrimento de conceptos científicos. Estudiando indicadores de calidad de vida psicológica con el propósito de individualizar factores de riesgo capaces de inducir el consumo de drogas, pudimos registrar, casi como una constante, que en el seno de esas familias aparecía muy estructurado un sistema particular de creencias empíricas del que todos se servían cuando se trataba de explicar situaciones de conflicto, aspectos no claros de la vida cotidiana o fenómenos económico-sociales. Por lo general, estas creencias empíricas se sustentan en ideas mágicas que se aceptan y manejan acríticamente, tal como si fueran axiomas. Además, en la dinámica familiar estudiada en las sesiones terapéuticas se pudo comprobar el traslado de estos sistemas creenciales al enfoque del consumo de drogas y a la conducta del implicado en esta problemática. La expectativa de cambios súbitos en el estado de ánimo, en la agudeza y captación perceptivas y en la evocación de recuerdos y fantasías que se viven en forma inefable, encuentra en el consumo de droga una corroboración empírica de gran impacto emocional, que realimenta el circuito de pensamientos mágicos y de creencias. El adolescente que inicia su carrera en la adicción a drogas queda maravillado al descubrir aquello que intuyó y deseó durante bastante tiempo: la posibilidad de encontrar algo que lo hiciera vibrar y conmover aún con los objetos y cosas más simples que pueblan la existencia. Es como si se accediera a un mundo regido plenamente y en consonancia con las creencias y el sistema de valores que atesoró en su casa. "Yo, cuando conocí la yerba quedé copado... --dice un estudiante de 5to. año secundario--. Pude palpar que todo lo que fantaseé durante un tiempo de repente cobraba realidad. Los colores estaban llenos de vida. Vivían fuera y dentro mío. Las horas eran horas de verdad y no tiempo marcado por un reloj... todo mi cuerpo estaba unido a la vida y me parecía, tenía la seguridad, de que esto sería siempre así". La fantasía y la pirotecnia verbal desatadas por la droga --los paraísos de falacias de Balsechi (1)-- envuelven al drogadicto en una atmósfera mágica que le recuerda viejas historias contadas en la casa por una abuela o una tía, pocas veces por los padres. Escenas de esos relatos quedaron fijados con la misma atmósfera de magia y misterio con que fueron escuchadas. Al cabo de particularizar el exámen de la densa malla creencial a que hicimos referencia, se destaca, en primer lugar, una aceptación superficial, y muy elemental, de fenómenos de tipo parapsicológico. En base a relatos que a veces lindan con la truculencia, otorgan validez a las más descabelladas descripciones de actos telepáticos, psicoquinéticos y de videncia. Esta aceptación acrítica de sucesos que cobran una dimensión mayor con la transmisión abusiva, se acompaña de pensamientos mágicos acerca de la vida, la muerte, el éxito o el fracaso. Un jóven ingeniero --adicto a la cocaína-- decía:"Cuando jalo blanca, es como si me apareciera un tercer ojo. Veo todo con una certeza increíble... tengo vivencias del pasado y del futuro, que desgraciadamente no me preocupo en registrar por escrito. Esas vivencias tan reales me hacen acordar a lo que me contaba una tía mía que era médium. No creo en el espiritismo, pero sí en los espíritus que están en todas las cosas, pero hay que saber y querer verlos... yo los siento cuando estoy en el mambo, lástima que no dure mucho..." El reflejo subjetivo de la alienación social, de la gris chatura del medio, de la uniformidad agobiante de las "cosas" que se ofrecen como opciones "para pasar el rato", impregna con una amargura irremediable la mente de algunos adolescentes, obligándolos a refugiarse en sus fantasías. Ese mundo imaginario está poblado por la interiorización temprana de actos cotidianos acaecidos en el hogar. Cobran significación especial relatos expuestos en situaciones de alta tensión emocional: "La abuela dijo que vida hay una sola y que se la debe aprender a vivir" (...) "no hagan lo del abuelo que se fue sin conocer ni gozar nada" --relata Jorge, otro adicto a la pasta... "Al abuelo --prosigue-- un curandero le pronosticó la muerte próxima por influjo de alguien que lo ‘ojeó’ por envidia". En sus sesiones terapéuticas, Jorge siempre dice que la "pasta", si bien lo "vuelve loco", lo salva de "amasijarse", al comprobar "cuán sucia es la gente, con sus envidias". Para él, todos los males se resumen en la envidia que mató a su abuelo. Reflexionar sobre la existencia en base a conceptos empíricos, parece ser un ejercicio frecuente en los hogares de drogadictos. No se trata de hacer una inferencia lineal de esta correlación de frecuencia que, por otra parte, debe probarse muy fehacientemente. Estamos haciendo una aproximación a situaciones capaces de arrojar luz en el proceso de identificar factores de riesgo psico-social en la adicciones a droga. Que no se manejen conceptos científicos no supone carencia cultural o falta de conocimientos. Es más bien un hábito que puede coexistir con el cultivo de ciencias particulares. Impacta más emocionalmente el dato empírico que la corroboración científica; y el dato empírico empujó muchas veces a la drogadicción. Josefina, en una reunión de familia, contaba: "No fue mi marido el que me ‘llevó’ a las drogas, sino que lo hice yo, cuando descubrí a mis compañeros haciendo una fumata en un recreo" (concurre a un colegio secundario nocturno). "Probá que es bueno, tapa todas las pálidas, me decían, y la verdad es que tenían razón..." Algunos adolescentes, cuando se crea un clima de respeto hacia sus opiniones, se ufanan proclamando que "no es cierto que drogarse embrutece". Para ellos, la droga "te saca de lo mediocre, de lo vulgar y te hace conocer algo que de otro modo no se ve". Ese "algo" tiene que ver con antiguas fantasías forjadas en lo que Saurí llama "la urdimbre creencias" (2). El tema de la correlación de creencias empíricas e ideas mágicas y el consumo de drogas es complejo y no exime el análisis de otras variables. Por lo pronto, llama la atención que la figura de los padres, al parecer, no cobra la dimensión que míticamente colocan en sus abuelos, tíos, hermanos u otros miembros de la constelación familiar. Referencias: 1) Balsechi, Sergio; Paraíso de falacias: un testimonio vivencial en Cuadernos de Psicoterapia, Año 2, Nº 3, pp. 13-14. 2) Saurí, Jorge; Historia de las ideas psiquiátricas, Ed. Carlos Lolhé, 1969. ABSTRACT EMPIRIC BELIEFS AND MAGIC IDEAS IN DRUG ADICTION Psichiatrist César Cabral analizing risk factors capable of inducing drug consumption, has detected some well structured patterns. These are empiric beliefs, based on magic ideas, used by everyone involved to explain conflict situations to themselves. Ed.-
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