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EN CONTRA DE LA CIENCIA, A FAVOR DE LA CIENCIA


EN CONTRA DE LA CIENCIA, A FAVOR DE LA CIENCIA

Por Gregorio Klimovsky


¿Puede considerarse a la ciencia como algo "positivo" o "negativo"? ¿Es un "sistema cerrado" o cualquiera puede acceder a ella? ¿Por qué se ha puesto de moda denostar al método científico? ¿Por qué los filósofos hacen a la ciencia blanco de sus ataques? ¿Es la ciencia, en verdad, "autoritaria", "dogmática" per sé? .



Las relaciones entre el público y la actividad científica son ambivalentes y confusas. Hay, sin duda, quienes, si bien poseen un aceptable grado de información, consideran a la ciencia como algo muy positivo para la humanidad. Están también aquellos que respetan a la actividad científica --ya que ésta exhibe éxitos resonantes e innegables--, pero se mantienen distantes, pues consideran que el estudio y la investigación son cosas difíciles e inaccesibles. Y es por ello que no encuentran dificultad en admirar a la ciencia desde lejos pero, al mismo tiempo, continuar adhiriéndose a supersticiones o creencias sin fundamento.


Hay un tercer tipo de personas cuya actitud es de franco rechazo a la ciencia, a la que consideran a veces como algo de poco valor y, entre otras ocasiones, como una actividad negativa y peligrosa. No hay que creer que los que emiten esta opinión son analfabetos o ignorantes. Son muchos los intelectuales que opinan enfáticamente de esta manera. Por ejemplo, si uno es un escritor mediocre o que ha alcanzado poco éxito, puede recurrir al arbitrio de pararse en una vereda del Barrio Latino de París y, dirigiéndose a estudiantes, bohemios y escritores de toda laya que transitan por ahí, ponerse a vociferar en contra de la ciencia. Tendrá así gran probabilidad de hacerse famoso y conseguir de inmediato muchos seguidores.


¿Por qué sucede este fenómeno? Hay varias causas. Por empezar, están todos los adeptos de sectas mágicas o pseudociencias que odian y tratan de desacreditar a los que, de manera drástica, utilizando métodos experimentales o lógicos, denuncian supercherías o falta de fundamentos. La venganza consiste aquí en sostener que el método científico no tiene realmente base y que, en el fondo, las afirmaciones de la ciencia no son más que opiniones como cualesquiera otras. A veces, sin embargo, la táctica es no negar el valor de la ciencia , pero pretendiendo que la actividad espuria que aquellas personas llevan a cabo es también "ciencia", lo cual constituye un uso ilegítimo y desorientador de este término. Así existen "iglesias científicas", "institutos científicos ocultistas" o "espiritistas", "métodos científicos de poder mental", etc., etc.


Un segundo tipo de ataque proviene curiosamente de filósofos, y aún de importantes filósofos. Existen diversas motivaciones para esta tesitura. Por una parte, está la irritación que produce el hecho de que la ciencia haya demostrado ser una alternativa más exacta y segura para obtener conocimiento, en lugar de las opiniones muchas veces vagas o antojadizas de la filosofía tradicional. En particular, los filósofos se irritan cuando los científicos señalan que gran parte de los discursos metafísicos sobre el espacio, el tiempo o el alma no tiene nada que ver con los descubrimientos y hallazgos de la física moderna o de la psicología experimental. Y, para contraatacar, se intenta mostrar que la ciencia es realmente algo sin fundamento, arbitrario y no probable.


Pero en este punto hay además otra cosa. Los filósofos sostienen que la visión científica del mundo es mecánica, fría, y deja de lado todo lo rico y cautivante que hay en el espíritu humano. El ataque a la ciencia consiste aquí en decir que ella descarta todo lo que de profundo y noble hay en la actividad espiritual, convirtiendo al ser humano en algo así como una máquina automática que colecciona y procesa información. El universo de la ciencia es ciego; el de la filosofía, luminoso y colorido, por así decir.


Los sociólogos y ciertos estudiosos de la política, irritados porque la ciencia los señala como poco rigurosos y sustentadores de opiniones caprichosas, se vengan afirmando que la ciencia es una actividad cuyas características dependen por completo de factores sociales y económicos, que son relativos a la época histórica que se está atravesando, sin que ellos lleven a nada que sea conocimiento absoluto.


Pero los sociólogos y los políticos suelen hacer una denuncia aún más grave. Señalan a la ciencia --y especialmente a sus aplicaciones tecnológicas-- como muy perjudiciales para la humanidad, y es en esta cuestión donde mencionan las industrias bélicas, la contaminación química, la decadencia del hábitat y otros lamentables tópicos. Además, acusan a la comunidad científica de constituir una clase social que detenta injustos privilegios y cuyas actividades constituyen una amenaza contra la libertad del individuo.


¿Qué decir en contra de todas estas afirmaciones? Veámoslas en orden. En primer lugar, ¿es cierto que las afirmaciones científicas son meras opiniones, que no existe algo como el método científico que las pruebe de manera concluyente?


Es verdad que gran parte de las teorías científicas son sólo modelos o aproximaciones provisorias a la realidad, y que hay que perfeccionarlas continuamente. Los textos metodológicos son en este respecto cautos y humildes. La idea de una ciencia dogmática y omnisciente es repugnante para los científicos; ellos hablan de progreso, de ir haciendo las cosas cada vez mejor, de corregir errores, de aproximarse cada vez más adecuadamente a la realidad. Por consiguiente, no hay que achacar a la ciencia un carácter autoritario y absolutista que no pretende ni posee.


Pero no lleve esto a pensar que cualquier teoría o modelo vale igual. Si "dos", "cuatro", "suma" e "igual" significan lo que usualmente designan en aritmética, la afirmación según la cual dos más dos son cuatro tiene una validez inconmovible, que la aserción alternativa "dos más dos igual a cinco" no posee. Y, como ésta, hay infinidad de proposiciones de la matemática y de la lógica que no son mera opinión y que nadie en su sano o normal juicio descartaría. Con ellas se construyen disciplinas rigurosas, como la lógica, y a su vez éstas permiten construir la metodología científica general. De modo que no hay manera de sacarse de encima los veredictos del método científico. Cuando por ello se señala que una teoría no tiene fundamento o es contradictoria, no se está dando una mera opinión: se exhiben hechos. Por esto, los amigos de las supersticiones y de las pseudocreencias no pueden hacerse los disimulados y silbar para otro lado, porque las objeciones metodológicas de la ciencia son objeciones lógicas, no temperamentales.


Que la ciencia no sea una visión fría del mundo que descarta los aspectos espirituales del individuo es totalmente falso. Los filósofos que sostienen esto ignoran sin duda los descubrimientos de los psicólogos o sociólogos científicos, o los hallazgos de la biología y la etología actuales. Reemplazar las "intuiciones" y "corazonadas" de los filósofos por investigaciones sistemáticas acerca de la conducta humana y sus fundamentos, no quita nada de carácter espiritual al tema. Y pensar en una especulación filosófica totalmente divorciada de la ciencia es algo así como querer instalar un restorán pero no ocuparse para nada de cuestiones relacionadas con la comida.


¿Es social y políticamente perjudicial la ciencia? Para comenzar, basta recordar todos los beneficios que obtuvimos de la ciencia en el campo de la medicina. La asepsia, el conocimiento de los microbios, las vacunas, la medicina preventiva, los remedios, la cirugía moderna, los microscopios, los rayos X, las vitaminas, la fisiología de los alimentos, los tomógrafos, la informática médica, la cibernética aplicada a la medicina, las anestesias, etc., etc., todo ello ha contribuido a hacer la vida más larga, combatir el dolor y los padecimientos y brindar una existencia más sana.


Pero no es cuestión únicamente de la medicina. La organización de la vida contemporánea, las enormes facilidades de transporte y comunicación, la tecnología de los alimentos, los inventos que simplifican la vida cotidiana (luz, electricidad, calor, refrigeración, etc.) todo ello es de enorme beneficio para la humanidad.


No puede negarse que las aplicaciones bélicas de la tecnología, o todos los aspectos negativos ligados a la contaminación y la degradación ambiental son problemas terribles que involucran indirectamente a la ciencia y sus aplicaciones. Pero aquí corresponde aclarar que los conocimientos científicos proporcionan instrumentos para actuar con eficacia sobre la realidad; que estos instrumentos sean aplicados con buenos propósitos o, por el contrario, con descuido o malas intenciones, no es asunto de la ciencia sino de la ética y de la política. Que el presupuesto mundial para la fabricación de armamentos sea actualmente de más de un billón de dólares por año (si señor; ha leído bien: ¡un billón de dólares!) no es responsabilidad de la ciencia sino de los gobernantes que, por su ideología e irracionalidad, han provocado tal estado de cosas, por no hablar de los intereses creados de tipo económico ligados a la industria armamentista.


Como suele decirse, un martillo puede usarse para clavar clavos y contribuir a la construcción de una casa, pero también puede usarse para romper cráneos. La elección nada tiene que ver con la ciencia, sino con los objetivos éticos o políticos de los seres humanos. No se atribuya a los científicos lo que en realidad es de naturaleza moral.


No puede dejar de reconocerse que los científicos tienen la obligación de ser conscientes de su responsabilidad para con la humanidad. Deben, pues, examinar científicamente las consecuencias de lo que hacen y de los usos que se dan a sus inventos y hallazgos. Además, lo mismo que el arte y la cultura, la ciencia es una notable aventura espiritual, que puede provocar éxtasis y felicidad. No está bien entonces limitarse a pensar que la actividad científica no es más que un empleo como tantos otros, o un deporte en el que hay que coleccionar "records" y gratificaciones como, por ejemplo, el premio Nobel.


ABSTRACT

Can be Science considered like something "positive" or "negative"? Is it a "close" or an "open" system? Is Science, in fact, "absolute", "dogmatic" per sé? Why is in vogue to be "against" science? Why many philosophers degrade and revile it?


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