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UNA LOCURA AL ALCANCE DE TODOS

 

UNA LOCURA AL ALCANCE DE TODOS


Alejandro Jorge Borgo


Una de las claves del escepticismo es la duda, la pregunta, frente a las presuntas panaceas y maravillas que nos propone la pseudociencia. La pregunta y la duda se convierten en elementos imprescindibles como primer paso para desenmascarar fraudes, mitos y engaños. Preguntémonos, entonces, algunas cosas.


Si las proclamas de las pseudociencias fueran ciertas, prácticamente todo el conocimiento científico contemporáneo quedaría invalidado y con ello cientos y cientos de años de investigación y sacrificio tirados a la basura. A pesar de esto, la propuesta pseudocientífica prende en la gente y atrapa como una pegajosa red demencial en la que los planetas gobiernan nuestro destino, los platos voladores secuestran gente por doquier, unas flores de origen inglés curan la depresión y la impotencia (sexual), el poder de la mente disuelve tumores y pseudoexpertos nos dicen quienes fuimos en vidas anteriores. ¿Ignorancia? ¿Necesidad? ¿Indiferencia de las instituciones educativas? ¿Negocio? Sin duda todo esto junto. Y esta es la punta para empezar a desentrañar y comprender el ovillo esotérico. La pseudociencia nos hace ignorantes, nos hace indiferentes a la realidad, nos quita gran parte de nuestro juicio crítico, es rentable y aparte puede funcionar como un potente narcótico para calmar nuestra ansiedad y nuestros más ancestrales temores (véase El Corolario de Asimov, en el número 4 de EL OJO).

¿Qué hace falta para que se extienda?: que esté al alcance de todos, que cualquiera pueda acceder a ella, que haya un consumidor potencial en cada uno de nosotros. Como cualquier producto vendible también debe tener publicidad. Y la tiene a través de los medios televisivo, radial y gráfico, a través de la escuela y la universidad (que suelen aplacar nuestras inquietudes) y mediante el para nada despreciable boca-a-boca.

¿Qué podemos hacer si no queremos ser estafados, engañados y no deseamos tragarnos el sapo mágico de la Nueva Era? Un buen primer paso es preguntar. La pregunta siempre fue incómoda para los dogmas absolutistas y las doctrinas contradictorias. Si hay un punto débil se debe ocultar; y en eso son expertos los cultores de la falsa ciencia.

Homeopatía: el agua mágica

Preguntemos al homeópata que hace la homeopatía con respecto al cólera, al SIDA, como trata un derrame cerebral o una insuficiencia hepática. Preguntemos que experiencias muestran a las claras el “poder curativo” de la homeopatía o la existencia de la “fuerza vital” o el éxito del misterioso proceso de “dinamización”. Y luego tomémonos el trabajo de examinar su teoría. Si esta fuera cierta quedarían destruidas la física, la química y la biología, las cuales hasta ahora (y desde hace unos cuantos siglos) parecen haberse desempeñado muy eficientemente.

Percepción extrasensorial: si supiera lo que estás pensando…

Si se puede desarrollar la percepción extrasensorial y varios “sensitivos” y “mentalistas” la utilizan aparentemente con éxito preguntémonos:

  1. ¿Para qué están los teléfonos?

  2. ¿Para qué están el correo, las bases de datos, los investigadores privados, los grabadores y la televisión?

  3. ¿Para que los servicios nacionales e internacionales de inteligencia?

  4. ¿Podrían existir la lotería, las carreras de caballos, la ruleta o cualquier otro juego que dependa de la ignorancia de lo que va a ocurrir en el futuro?

  5. ¿Por qué un “vidente” nos puede decir que vamos a hacer un viaje trascendente o que nos vamos a divorciar y no nos puede decir que va a salir premiado el número 16608 en tal o cual lotería? ¿Por qué no nos adelanta la cura del cáncer con fórmulas y tratamientos específicos?

Psicoquinesis: el poder demente sobre la materia.

Si la psicoquinesis (PK) fuera un hecho, se estaría creando energía de la nada. Otro hachazo en la nuca para la física. Tendríamos una fuente de energía ilimitada. Y los que dicen “levitar” no necesitarían comprar una platea para ver un espectáculo porque podrían hacerlo cómodamente desde el aire. Ni hablar de la inutilidad de los ascensores. Si se pudiera utilizar la PK no existirían las campañas políticas ni las armas nucleares y los deportes variarían radicalmente. ¿Se imaginan a un Maradona que encima tuviera PK? ¿Para que el dinero si podríamos materializar cualquier cosa? ¿Habrá cajeros automáticos protegidos contra la PK?

La vida después de la vida: ¡no me diga que no vio el túnel!

Y si tuviéramos la plena certeza de continuar existiendo después de la muerte –aparte de nuestras creencias religiosas– como nos pretenden demostrar el Dr. Moody y el esperanzado Sueiro ¿para que prolongar nuestra estadía en este mundo de guerras, pestes y hambre? Como dice Borges en un breve relato en el que un amigo debate con él el tema de la vida post-mortem: ¿por qué no nos matamos y seguimos discutiendo el tema libres de todo malestar? Se pone difícil la cosa.

Astrología: Marte ataca.

La astrología dice que es cruciales día y la hora en que nacemos y que Marte o cualquier otro planeta influye sobre nuestro comportamiento y sobre eventos exteriores que a su vez nos afectan. Ahora bien:

  1. ¿Cómo influyen? ¿A través de qué? ¿Gravedad? Sí, pero la gravedad no influye para que a mí me vaya bien o mal económicamente más que el sexo de los ángeles. ¿Electromagnetismo? No. Entonces ¿qué? Los astrólogos callan. Pero Ud. pregunte.

  2. ¿Por qué la fecha de nacimiento y no la de concepción?

Su pregunta no molesta.

Queda mucho más: platos voladores, pirámides mágica, control mental, psicoanálisis, flores de Bach. La locura pseudocientífica no es transmitida por un virus pero se contagia con gran facilidad. Sin embargo hay una defensa: la pregunta, la duda. Y si Ud. consume tiene derecho a preguntar. “Su pregunta no molesta”… al menos a los escépticos



Madness for sale

Pseudoscience is easy to learn, not expensive and divulgued by mass media: it’s at everybody’s hand, everywhere. Doubt and question, essential to skepticism, become two lethal weapons to the well-structured tower of pseudoscience. So, let’s ask some “spooky” questions



El Ojo Escéptico,

Año 2, Nº 5, septiembre de 1992