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EL AQUELARRE TELEVISADO

 

EL AQUELARRE TELEVISADO

Alejandro Agostinelli


Ni el menos teleadicto de los mortales es ajeno a esta novedad de perogrullo:

Los notables del pensamiento mágico han tomado a la tevé por asalto.

casi no queda programa que no haya cedido a la tentación trascendental.

Descubrieron que, echando mano al vidente de moda, son capaces de remontar el rating que no supieron conseguir recurriendo al no tan estridente recurso de apelar a la creatividad, aL análisis racional o a la inteligencia crítica.



Nunca como ahora se hizo tan evidente la presencia en televisión de parapsicólogos, piramidólogos, numerólogos, ufólogos, astrólogos,(los “ólogos”, según la pícara síntesis de los vecinos de Capilla del Monte, ya acostumbrados a la praxis cotidiana de estas gentes en su entorno.) comprobación ésta que proporciona nuevo material de análisis para comprender la extensión de un fenómeno que --con las pretenciosas ínfulas de cosa seria que impuso el advenimiento de la Nueva Era-- empezó siendo una afición de grupúsculos pero que ya mismo amenaza con transformarse en pasión de multitudes. Chinchorros de una fórmula gancho, vendedora, los dueños de los medios han advertido que, cuando deciden incluir en sus programas algún personaje más o menos conocido del submundo de las ciencias ocultas, las mediciones de audiencia les sonríen de oreja a oreja. La que no sonríe, naturalmente, es la audiencia, que a falta de contraparte científica queda despojada del derecho de sacar sus propias conclusiones. Revisemos algunos ejemplos recientes.


El difícil oficio de asesorar


Entre los últimos que vivieron en carne y espíritu esta experiencia estuvieron Lucho Avilés y Silvina Chediek, conductores del ya depuesto programa El público quiere saber. El martes 2 de junio enfrentaron a los sectólogos Alfredo Silletta y José María Baamonde con el Dr. Ernesto del Villar Ortiz (un psiquiatra chileno, miembro de una ignota secta del Ganghes que fue invitado a nuestro país para asesorar a los organizadores de Futura, la ya habitual feria esotérica), el pastor Giménez, un dirigente umbandista y tiradores de runas y cartas varias. En su temblorosa intervención, el Dr. del Villar explicó que el mérito de Futura fue "invitar a los mejores, para que se puedan desempeñar terapéutica-mente hablando". Avilés, ducho en eso de aprovechar pases con ventaja, le preguntó si acaso aludía a quienes hacen ejercicio ilegal de la medicina. "No, no. Me expresé mal... La parapsicología, el I Ching, el Tarot, no son religiones --contestó, como si la respuesta tuviera una lejana relación con la pregunta--, son mancias que existen antes de Jesucristo. Como usted sabe, el buda leía la borra del té..." Los descreídos vimos llegar nuestro instante de gloria cuando el médico y autodefinido "maestro mental" indicó que su asesoría en la menta-da exposición consistía en "impedir que a los ciudadanos argentinos se les insulte la inteligencia". Así como lo lee.


La multiplicación del agua


Lo verdaderamente sorprendente, sin embargo, ocurrió la semana siguiente. Como si se tratara de una versión depurada del programa anterior, El Público... volvió a arremeter con los brujos pero, esta vez, habiendo tomado la precaución de dejar vacante la esquina escéptica del ring, que antes, a su modo, ocuparon el psicólogo Baamonde y Silletta. En esa ocasión, los números fuertes fueron el profesor Lotito --astuto conocedor del arte de la pseudo-desmitificación, especialmente para mejorar su credibilidad a costa de los puntos débiles de la competencia-- y el Lic. Horacio Guggione, uno de los "parapsicó-logos" que montaron el citado contertulio esotérico. Guggione dejó varias bocas abiertas cuando propuso demostrar que no hacía falta poseer cualidades especiales para medir el estado energético de una persona. Colocó sobre una mesita dos vasos, uno lleno de agua y otro vacío, y le pidió a Chediek que se concentre y cuente cada una de las cucharaditas que iba tras-pasando al vaso vacío. Llegaron a siete. Luego le pidió a la conductora que las vuelva a pasar al otro vaso y cuente las cucharaditas de agua. ¡Milagro! ¡Ya no habían siete sino ocho y un fondito más! Con su energía positiva, la periodista había logrado materializar agua de la nada. El truco es tan fácil que explicarlo da vergüenza ajena. Basta tener en cuenta la tensión superficial que rebalsa la cuchara toda vez que se recoge el agua de un recipiente lleno hasta el tope. Si el vaso contiene poco líquido, lograr el mismo efecto es casi imposible. Ergo, en el último caso la cantidad de cucharadas necesarias para completar el procedimiento será mayor.

Si el asesoramiento del eminente psiquiatra chileno, pretendía que no se insultara la inteligencia de los argentinos, vea usted que no pudo revertir el cuadro ni con sus propios anfitriones.


Más allá de la ley


A comienzos del pasado mes de mayo el abogado Oscar Igounet denunció ante la Justicia a la actriz Edda Bustamante, conductora del programa Signos de la medianoche, acusándola por la presunta comisión de "ejercicio ilegal de la medicina, curanderismo y apología del delito". Igounet confesó que no se pretendía punta de lanza de ninguna cruzada sino que, apenas, deseaba hacer valer sus derechos como ciudadano. Si bien el sentimiento del abogado ("ya estoy cansado de que mis hijos sean espectadores inermes del bombardeo esotérico que la televisión argentina despliega a diario", nos dijo) se tradujo en un gesto que constituyó una actitud tendiente a preservar la salud psicofísica de la población, su reacción, como era previsible, no demoró en toparse con fuerzas que apuntaban en sentido contrario. En la presentación Igounet se declaró alarmado porque durante ese programa los televidentes hacen consultas telefónicas, respondidas por manosantas, astrólogos, tarotistas y quiromantes de variado pelaje que "recetan curas, lo cual reniega completamente el arte de curar", motivo por el cual "(los autores del ciclo) se están aprovechando de las personas más pobres y menos informadas, avasallándolas en sus propios hogares". Así, el profesional cursó su solicitud a la juez Isabel Poerio de Arslanián para que se ordene instruir un sumario penal, se disponga el secuestro del tape del programa correspondiente al 21 de abril y se procese a los responsables. A los pocos días ratificó la denuncia pero, oh sorpresa, la magistrada le informó que el Canal 2 se había negado a declarar porque "no había evidencia", ya que el abogado no adjuntó copia del tape de un programa que, sin embargo, todas las noches repite escenas similares a la que fue motivo de la denuncia. Cuando se le solicitó este material a la emisora, sus di-rectores adujeron que "el programa va en directo y no existen grabaciones". Ante un Poder Judicial que sólo es expeditivo cuan-do le conviene, Igounet considera haber sido víctima de la "mentalidad de funciona-rio" que, entre otras, impregna el área.


Y bien. ¿Sirvió la denuncia, al menos, para calmar los ánimos? En parte. De vez en cuando, ahora, Edda Bustamante dispara miradas preventivas para evitar el proverbial desenfreno de ciertos invitados y se hacen algunas salvedades. Con todo, el 17 de junio, por ejemplo, el quirólogo de rizos de oro Javier Pintos (que acaso por su juventud fue uno de los adivinos que convocó a más gente en el consultorio del mismo programa instalado en Futura), le recomendó a la televidente Mónica que "se cuide de la depresión porque es tan intelectual que se enrosca en lo que piensa" y que le preste un poco más de atención a las comidas, ya que "está muy exigida la parte hepática". Para invocar sus diagnósticos alternativos, Pintos aplica una técnica que sin duda revolucionará la radiología: la gente envía fotocopias de sus palmas. El joven vidente percibe las emanaciones de cada ser "como si estuviera en contacto con el universo". Si José Xerox viviera, suplicaría que no se lo dijeran.

Entonces, la pregunta es: ¿la aplicación de la ley es suficiente para conjurar este retroceso cultural? Sólo pueden estar por la afirmativa quienes lean las crónicas policiales mientras toman mate en Júpiter o los pseudointelectuales que retozan en el limbo onanista de Acuario.


Ni apocalípticos ni integrados


Hace algunos años, la queja de moda era que los televisores estaban superpoblados de fantasmas. Ahora, pese a que las nuevas tecnologías mejoran sin pausa la definición de la pantalla chica, los motivos de protesta no han cambiado tanto. Los fantasmas se batieron en retirada. Pero es la hora de los brujos, que proyectan su sombra pesadillesca sobre el paupérrimo paisaje de los medios con sus conjuros impotentes pero cada vez con mayor influencia pública. Algunos piensan que no hay que desesperar, que la tecnología hace milagros. En este caso, se la utiliza para cristalizar lo trivial, consiguiendo que lo irreal, de repente, parezca real. El verdadero milagro, quizá, ocurrirá el día en que la industria del entretenimiento revise su vocación por dar pantalla a los profesionales del engaño, allanando el camino para que los nidos de las supersticiones peligrosas sigan suman-do feligreses. Mientras tanto, ¿dónde están los auténticos representantes del conocimiento científico? Que sepamos, nadie los convoca. Y si se los convoca, ¿irán? El confuso contexto ofrecido por los medios no es alentador, porque se ha trastocado el concepto de credibilidad. La pantalla es un cambalache y hay médicos que dudan sentarse en la silla que minutos antes calentó un experto en bioenergética que invoca títulos, congresos y pacientes famosos. El problema de la indiferenciación es preocupante. Por desgracia, para romper ya ese esquema no se conoce mejor manera de conseguir esos espacios que exigiéndolos. Y una vez allí, dirigirse a la gente con un lenguaje accesible, ameno y --lejos de dictar cátedra-- atenerse a las nuevas reglas del juego manejando los temas centrales de la pseudociencia.



¿Alguien dijo "inquisición"?


En fin, no seamos apocalípticos, pero tampoco integrados. Gracias a la magia de la televisión, el medioevo está otra vez entre nosotros. Sí, como en los tiempos del Santo Oficio pero en technicolor. Y a propósito, ¿quiénes están llamando a la inquisición? Durante los dos siglos más oscuros de su reinado, cuando se cargaron con medio millón de personas, los caza-dores de brujas precisaron que la gente aceptara sin chistar que había señoras que viajaban a los aquelarres montadas en escobas para cometer las peores fecho-rías satánicas. Había que estar dispuesto a creerse que la solución de todos los ma-les llegaría cuando ellas, las brujas con sus poderes de brujas, fueran definitiva-mente exterminadas. Si es la ignorancia la que manda, no sorprende advertir que todavía tengamos mucho que aprender de los sobrevivientes que confesaron haber pactado con el diablo bajo tortura. Cuando alentar la creencia en las brujas era el mejor aliado de un poder interesado en mantener a raya el statu quo. EOEOEOEOE


El antecedente de Hum®



El creciente sinceramiento de los medios en los Estados Unidos y Canadá hace que el negocio de la astrología vaya perdiendo alguna clientela. En la Argentina, en cambio, la mayoría de los medios de comunicación siguen recibiendo a estos maestros del verso pseudocientífico con los brazos abiertos. No conformes con ahorrarse advertencias de cualquier índole, los conductores de infinidad de programoides radiales o televisivos suelen pronunciar sentidas palabras de aprobación, acompañadas, incluso, con genuinos gestos de asombro.


Aquiles Fábregat, secretario de redacción de la revista Hum®, que hace más de diez años había iniciado desde esa revista la única campaña sistemática conocida para desmitificar esta próspera variante del charlatanismo, explicó a EL OJO ESCÉPTICO cuáles fueron los motivos por los cuales decidió abandonar su prédica. Dijo que para refutar las predicciones de los astrólogos debía dedicar mucho tiempo, hacer grandes esfuerzos revisando archivos y que, a la postre, el sacrificio no le reintegraba ninguna gratificación: ilustres chantas, cuyos vaticinios habían sido puntualmente ridiculizados desde Hum®, no sólo seguían anunciando, lo más panchos, sus buenos y malos augurios, sino que, además, vendían más libros y obtenían mayores espacios en la TV. La desventaja de Fábregat fue que la suya había sido una voz que se alzó en solitario. Es por eso que el CAIRP llama desde estas páginas a realizar un esfuerzo coordinado de todos los interesados en desterrar esta antediluviana práctica ocultista enviando cartas a los medios de difusión donde se expresen clara-mente las razones que existen para de-mostrar que la astrología apenas es una creencia que carece de toda base científica.



Pronósticos astrológicos: pasatiempo sí, ciencia no


Por DR. IVÁN TIRANTI


En América del Norte ya son 33 los diarios que publican notas de advertencia junto con las columnas astrológicas. Si bien el texto varía según cada periódico, son muchos los que usan el modelo propuesto por el Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones sobre lo Paranormal (CSICOP): "El siguiente pronóstico astro-lógico es sólo un pasatiempo, sus predicciones no tienen base científica alguna". El Kansas City, por ejemplo, incluye esta nota: "Los horóscopos no tienen base científica y deben tomarse como un entretenimiento, no como una prescripción". El Tucson Citizen, por su parte, advierte: "Los pronósticos astro-lógicos son un pasatiempo. No tienen base real." El San José Mercury dejó de publicar la advertencia cuando los horóscopos pasaron a la página de historietas porque --según explicó su editor-- "la nueva ubicación indica que sólo tiene valor como entretenimiento". El Wall Street Journal, uno de los pocos periódicos que no incluyen horóscopos, hace un año se hizo eco de la exitosa iniciativa del CSICOP, donde comentó la airada reacción de varios astrólogos. El horoscopista Sydney Omarr opinó que la campaña es una amenaza porque "una vez que se permite este tipo de control de pensamiento, el prejuicio se va a extender a otras áreas periodísticas.... Mañana será la columna de bridge, pasado la columna de economía..." Sin comentarios.


Fuente:

Frazier, Kendrik; The Skeptical Inquirer, Vol. 15, Nº 1